Fisiología de la piel

Piel sensible, ¿existe?

Piel sensible, ¿existe?

La piel sensible (también denominada piel intolerante, piel reactiva, piel hiperexcitable) se define como una condición de hiperreactividad cutánea que predispone a una intolerancia al contacto con varias sustancias cosméticas, irritantes y susceptibilidad a factores ambientales, con repercusión importante para la calidad de vida de los pacientes.

La ausencia de síntomas objetivos hace que el diagnóstico se base principalmente en la autoevaluación del paciente. Es un síndrome difícil de definir y diagnosticar.

Para algunos autores el término piel sensible (PS) hace referencia a una exagerada y desagradable sensibilidad de la piel, producida por la aplicación frecuente o prolongada de cosméticos y productos de tocador de uso diario. Para otros, se trata de una percepción individual en la que la piel reacciona exageradamente frente a diferentes tipos de estímulos, entre los que se encuentran factores ambientales y productos de aplicación tópica. Otros autores establecen que este término describe una condición de la piel más que una entidad patológica. Algunos son rotundos al decir que la piel sensible es una realidad biológica tan válida como cualquier otro desorden dermatológico, que parece consistir fundamentalmente en una molestia subjetiva.

La PS es un síndrome complejo caracterizado por:

1. Alta sensibilidad subjetiva.

2. Con o sin signos clínicos acompañantes.

3. De presentación aislada o asociada a otras patologías cutáneas.

La prevalencia de la PS ha aumentado mundialmente en los últimos años, se estima que la prevalencia de PS en Japón, Europa y Estados Unidos es del 50% en mujeres y del 30% en hombres. En lo que se refiere a la prevalencia de PS en hombres y mujeres, la percepción general es que las mujeres refieren con mayor frecuencia que los hombres tener la PS. Otros, por el contrario, señalan que la incidencia es significativamente mayor en hombres.

¿Cuáles son las diferencias en la PS de hombres y mujeres?

Existen bastantes diferencias fisiológicas inherentes al sexo que podrian influir en la sensibilidad cutánea como el diferente metabolismo hormonal, la cantidad de sudoración, la producción sebácea, el diferente pH cutáneo, la acumulación grasa, el contenido de colágeno y el grosor epidérmico que es mayor en hombres.

La fluctuación hormonal durante el ciclo menstrual en la mujer tiene la capacidad de influir tanto en la función inmunitaria como la fisiología cutánea, lo que conllevaría a una mayor sensibilidad inflamatoria. A pesar de estos hallazgos, no se observaron diferencias en relación a la integridad de la barrera cutánea en ambos sexos. Sí se observa diferencias en cuanto a los factores desencadenantes de PS en hombres y mujeres.  Las mujeres relacionan los síntomas de PS con la aplicación de cosméticos en la mayoría de las ocasiones y los hombres lo relacionan mayoritariamente con el afeitado o la fricción por contacto.

¿Cómo influye la edad en la PS?

Se ha observado que la edad puede influir en la susceptibilidad a la PS, demostrándose que los jóvenes son más sensibles que los mayores. Es de conocimiento que con el avance de la edad se producen cambios en la estructura y capacidad funcional cutánea que predispondrían a la piel a una mayor susceptibilidad a la irritación. No obstante, se observa que generalmente la prevalencia de piel sensible disminuye con la edad. Quizás porque con los años disminuye la capacidad de producción de signos cutáneos de irritación en la piel, una disminución de la inervación de la misma y de la función neurosensorial.

Son pocos los estudios sobre PS entre la población infantil, a pesar de que cada vez son más numerosos los productos de cuidados corporales especialmente dirigidos a los niños. De hecho, la referencia en la literatura médica sobre la PS en niños es inexistente.

¿Influye la raza en la PS?

Algunos estudios sugieren que los individuos de raza negra tienen la piel menos sensible que los caucásicos, y estos a su vez menos que los asiáticos. No obstante, no existe ninguna evidencia estadística que apoye estas hipótesis, y es probable que las diferencias que se observan entre los diferentes tipos raciales se deban a otros motivos no asociados directamente con la raza, entre los que se encontrarían factores psicosociales y culturales.

¿Cuál es la etiología de la PS?

Se puede entender como un proceso multifactorial en el que se combina un origen genético basal con unos factores intrínsecos y extrínsecos que desencadenan y/o agravan las manifestaciones clínicas.

¿Cuáles son los factores intrínsecos?

A la PS se le atribuyen una serie de cualidades intrínsecas como sexo femenino, edad (juventud), susceptibilidad al rubor, pigmentación de la piel, estrato córneo delgado, disminución de la hidratación epidérmica, interrupción del estrato córneo, inervación epidérmica aumentada, aumento de la función de las glándulas sudoríparas, aumento de los lípidos neutros y disminución de los esfingolípidos, nivel alto de pérdida de agua transepidérmica (Transepidermal Water Loss [TEWL]).

También se ha observado una asociación entre la PS y el tipo de piel. Existen 4 tipos de piel sana desde el punto de vista cosmético: normal, grasa, seca y mixta. Algunos autores consideran una quinta forma: la PS. Así dicen tener PS un 14,2% de los individuos de piel seca, un 11,1% de piel grasa y un 4% de piel normal. Esta asociación entre tipo de piel desde un punto de vista cosmético y de síndrome de PS es estadísticamente significativa.

Otro factor que parece asociado a la PS es el fototipo, teniendo una influencia significativa en la percepción de la sensibilidad y siendo el fototipo I el que más comúnmente se asocia a la PS.

¿Cuáles son los factores extrínsecos?

El uso de productos cosméticos no adecuados al tipo de piel es el desencadenante más frecuente.

Se han identificado factores medioambientales desencadenantes de este síndrome tales como el frío, el sol, el viento, el calor, la contaminación y el aire acondicionado.

Se sabe que el descenso de la temperatura y de la humedad característicos del invierno y de los ambientes fríos provocan una disminución del contenido de agua del estrato córneo, favoreciendo las manifestaciones de PS.

Otros factores medioambientales están relacionados con el estilo de vida, tales como:

1. Las dietas ricas en especias, alcohol, café, etc.

2. Las prácticas de higiene corporal, como las técnicas de afeitado en los varones, las duchas excesivas y el abuso de los productos de higiene corporal.

3. Las actividades laborales en las que hay una importante exposición a productos químicos.

¿Puede considerarse la PS secundaria a patologías cutáneas?

El estudio de PS en Europa puso de manifiesto que el 12,6% de la población estudiada señalaba padecer otra enfermedad dermatológica concomitante. Las enfermedades que con mayor frecuencia se indicaban eran: acné, eccema de contacto, psoriasis, rosácea, dermatitis atópica, dermatitis seborreica y vitíligo.

Esto apoyaría la existencia de un componente inmunológico subyacente, o por otro lado la hipótesis de que la existencia de estos procesos podría disminuir el umbral de irritabilidad cutáneo. En la dermatitis atópica se ha demostrado que la densidad de terminaciones nerviosas cutáneas es mayor en la piel afectada que en piel normal; también reaccionan positivamente con mayor frecuencia al test del escozor y presentan un mayor índice de TEWL en piel no afectada cuando se compara con sujetos sanos, y una mayor susceptibilidad a agentes irritantes.

También se ha visto que pacientes con atopia respiratoria y rinoconjuntivitis activa presentan aumentada la sensibilidad de la piel a diversos irritantes.

La PS se asocia con frecuencia a otras enfermedades cutáneas, siendo difícil determinar si la presencia de sintomatología de PS pertenece al proceso dermatológico diagnosticado, o si existe una asociación entre la enfermedad cutánea y el síndrome autónomo de PS.

BIBLIOGRAFIA

  1. Escalas-Taberner J et al. La piel sensible: un síndrome complejo. Actas Dermosifiliogr. 2011; 102 (8):563-571.
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